El primero en tomar la palabra fue Pedro Cano, quien con su discurso escrito en horizontal durante la comida, nos dijo por qué este era un libro que le hacía pensar en blanco y negro.
Javier Cubero nos contó una anécdota reciente en donde el papel fundamental lo jugaba la memoria, al igual que en los cuentos de Clemot. También nos dijo cuánto le gustaban los zapatos de la portada y la razón por la que este libro es imprescindible gracias al formidable manejo y cuidado de la palabra.
El autor habló de sus vivencias, de cómo sus ires y venires configuran los escenarios de los diferentes relatos escritos entre 2002 y 2005 (época en que solía presentarse a concursos literarios) y de por qué se sentía mucho más identificado con la literatura francesa, española y latinoamericana que con la anglosajona hoy tan de moda. También nos narró algo sobre los personajes que habitan estos once cuentos recopilados en Estancos del Chiado, título del libro pero también del relato principal de la antología.
Después vino la tradicional firma de libros.
Aunque la lluvia seguía y seguía, no fue un impedimento para seguir la tertulia en un buen bar colomense (de esos pequeños y muy de barrio), para brindar por el autor, para cantar unas coplas y para charlar entre cervezas, vinos y tapas.
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